jueves, 7 de febrero de 2013

Memoria de mis putas tristes

“Y la besé por todo el cuerpo hasta quedarme sin aliento: la espina dorsal, vértebra por vértebra, hasta las nalgas lánguidas, el costado del lunar, el de su corazón inagotable. A medida que la besaba aumentaba el calor de su cuerpo y exhalaba una fragancia montuna. Ella me respondió con vibraciones nuevas en cada pulgada de su piel, y en cada una encontré un calor distinto, un sabor propio, un gemido nuevo, y toda ella resonó por dentro con arpegio y sus pezones se abrieron en flor sin tocarlos.”
—   Gabriel García Márquez (Memoria de mis putas tristes)


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